El matrimonio y la familia son instituciones naturales establecidas por Dios, fundamentadas en la estructura óntica del ser humano como varón y mujer, con inclinación natural hacia la unión conyugal. Según los clásicos como Aristóteles y Santo Tomás, el matrimonio es una asociación natural permanente orientada a la procreación, educación de los hijos y mutua ayuda entre cónyuges. La familia constituye una realidad preexistente a las normas jurídicas, siendo el fundamento de toda sociedad y cumpliendo funciones esenciales como la transmisión de valores y la continuidad social. El amor conyugal integra necesariamente la dimensión procreativa, ya que amar verdaderamente implica amar la potencial maternidad y paternidad del cónyuge. La transformación moderna de estas instituciones mediante legislaciones como el divorcio y el matrimonio homosexual amenaza su naturaleza esencial y, por tanto, la estabilidad social.