Educar a adolescentes requiere un equilibrio entre acompañar y soltar con confianza.
Fomentar su autonomía implica aceptar errores y apoyar sin controlar. La frustración, bien gestionada, fortalece la resiliencia y el aprendizaje emocional. El ocio familiar puede ser un espacio clave para educar sin imponer. Madres y padres, desde su complementariedad, tienen un rol esencial y único.