El texto subraya la diferencia fundamental entre el deseo y el amor. El deseo es centrípeto, enfocado en uno mismo, autorreferencial y narcisista, produciendo un placer efímero e inconsistente. El amor, en cambio, es centrífugo, consiste en dar, pensar en el otro antes que, en uno mismo, y genera una sensación sólida de plenitud y felicidad. El deseo, como afirma Recalcati, tiene una característica nihilista que nos lleva de un objeto a otro sin satisfacción duradera.